Camino hacia Navidad

LA CORONA De Adviento

La Corona de Adviento es el primer signo que anuncia la Navidad.
Esta realizada con ramas verdes de follaje perenne, pues simboliza la Eternidad, y el color la esperanza y la vida. Va enrollada con un listón rojo, símbolo del amor de Dios que nos envuelve y también de nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. En el centro del círculo se colocan las cuatro velas (pueden ser tres moradas y una rosa o bien todas blancas) para encenderse una cada domingo de Adviento. La luz de la vela simboliza nuestra fe. En Navidad se puede añadir una quinta vela blanca, hasta el final del tiempo de Navidad.

BENDICIÓN DE la Corona de Adviento

OH Señor Jesús, oh Nuestro Rey, bendice esta Corona para que sepamos esperar Tu llegada llenos de confianza cumpliendo Tu Palabra.
Para que nuestra vida

se haga llama que refleje Tu Mirada y sepamos rendirte eterna alabanza haciendo de nuestra alma
una cuna santa.
Amén.

1er Domingo

Pequeño Niño Jesús,
haz que tengamos una fe
encendida como la tuvo María.
Y que sepamos vivir
en este Adviento un tiempo
de vigilia sobre nuestro corazón,
buscando nuestra conversión
para ser verdaderos
testigos del Salvador.
¡Ven Señor Jesús, ven!


Rezar un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria.

2do Domingo

Pequeño Jesús nuestro,
haz que sepamos amar sirviendo
a los demás con humildad.
Y que al igual que María vivamos
el amor de Dios como una
verdadera oblación
y canto de amor.
¡Ven Señor Jesús, ven!


Rezar un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria.

3er Domingo

¡Hermosa Virgen María,
haz que junto a los pastorcitos
alabemos a Nuestro Rey
que ha de nacer en Belén!
Que la fe, la esperanza y la caridad
vengan a abrazar nuestro corazón,
para que cantemos como hermanos
a Jesús que viene a habitar
en nuestro interior.
¡Ven Señor Jesús, ven!


Rezar un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria.

4to Domingo

Buen San José,
haz que nuestro camino
sea sonrisas de esperanza,
pues quien a Dios tiene
todo lo alcanza.
Con la confianza puesta
en el Mesías sigamos la Estrella
hacia la gruta de la Vida.
¡Ven Señor Jesús, ven!


Rezar un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria.

¡Camina a Belén!

Si la incomprensión te pesa, camina a Belén.
Si la soledad te acompaña, camina a Belén.
Si la tribulación y el dolor inundan tu corazón, camina a Belén.
Si te sientes derrotado y el mundo te ha traicionado, camina a Belén, porque allí se encuentra el Niño que para ti ha nacido,
y desde Su pobre cuna te muestra que viene a derrotar toda tristeza, y darte una vida nueva, para que en tu corazón siempre florezca el amor y la paz verdadera.
¡Oh Belén que en todos los corazones Jesús te quiere poner!

LA HISTORIA DEL Pesebre

En la fría Nochebuena del año 1223, San Francisco de Asís hizo la primera Celebración Navideña con un Pesebre. Todos conocemos a Francisco, ese enamorado de Dios que llevó en su cuerpo el mensaje vivo de Jesús. En aquel tiempo ya era conocido el Pobre de Asís por su alegría y entusiasmo que transmitía a todos a su alrededor.

En 1219 y luego de haber formado su congregación religiosa, se dirigió poniendo en riesgo su vida a Oriente para liberar los Lugares Santos que estaban en manos de los musulmanes, pero Francisco no pretendía hacerlo con las armas sino con la Palabra de Dios que habitaba en él. A pesar de las advertencias de sus amigos y de la peligrosa situación, el pobre de Asís se encaminó hacia Palestina, y allí fue apresado por las tropas otomanas que lo llevaron ante el poderoso Sultán Saladino.

Luego de oírlo y de manera sorprendente, el Sultán no solo respetó su vida y la de sus compañeros sino que quedó prendado de las palabras y el amor de aquel Pequeño Hermano, entregándole como obsequio la custodia de los Lugares Santos en Palestina, entre ellos la Santa Gruta de Belén donde nació el Niño Dios.

Este lugar Santo llenó de gran emoción a San Francisco, al que le parecía sentir en aquella pequeña y fría Cueva la Presencia Viva de Dios.

De regreso en su tierra y durante el crudo diciembre de 1223, el alma de Francisco desbordaba de gozo ante la llegada de la Navidad. El invierno parecía inundar con un fuerte viento toda la región y la luna con un manto de plácida luz plateada iluminaba como maravillada la tierra que a Jesús esperaba.

Francisco sentía que la dicha que en su corazón ardía debía ser transmitida en una forma distinta. Por eso buscó una pequeña cueva cercana a la ermita de Greccio, en su Italia natal, para esperar como en Belén en la simpleza y la pobreza la llegada de la Navidad. Puso en su
lugar un buey y un asno para asemejarlo al lugar del Nacimiento, donde no había figuras ni personas, sólo disponiendo en aquel piadoso refugio la celebración de la Misa nocturna, acompañada de aquella representación simbólica de Pesebre.

Cuenta San Buenaventura que luego de haber el sacerdote realizado la Eucaristía sobre el pesebre utilizándolo de altar, San Francisco cantó el Evangelio y predicó sobre el nacimiento del Niño Dios, llenando de emoción a todos los presentes pues allí se reproducían las mismas circunstancias de aquella Noche Santa. El frío y la nieve, la pobreza de la Gruta, un buey y un asno, el aliento caliente de los mansos animales, la luna que advertía con una luz bellísima que algo sucedía y las estrellas que brillaban para anunciar la llegada del Rey del Cielo, todo alrededor hacía sentir la Presencia Divina.

Era tan precioso aquel momento que consta en los testimonios escritos por los asistentes entre los que se encontraba Juan de Greccio, señor del lugar, que pudieron ver certeramente «a un Hermoso Niño en el pesebre que el Padre Francisco recogió en sus brazos, acunándolo» en medio de una gran luz.

Pronto la noticia del milagro se extendió por todos lados y se recibieron grandes gracias físicas y espirituales. Unos se convirtieron, y otros utilizando el heno del Pesebre se vieron curados de sus enfermedades. Así, la imagen del Pesebre se divulgó por toda Europa y luego pasó a América. Es por eso que tenemos que esperar a Jesus como en aquel Belen, viviendo la Navidad con simpleza y sencillez, y sintiendo que en nuestro corazón debemos hacer la cuna más preciosa para nuestro Señor y Rey.

Navidad es tiempo de estar con Dios, es tiempo de amor y perdón, es tiempo de alegría, oración y Gracia, es tiempo en el que Dios se hace tan Pequeño para que nosotros en nuestros brazos lo llevemos…

VERDADERA HISTORIA DEL ÁRBOL DE NAVIDAD O
El Árbol del Niño Jesús

Hace mucho tiempo, en las frías y lejanas tierras germanas había un sacerdote llamado Bonifacio que había llegado a ese lugar desde Inglaterra, donde había nacido. Bonifacio desde pequeño se sentía atraído por el deseo de “hacer todo para Dios”, de tal modo que muy temprano ingresó en el convento de los benedictinos, orden preciosa de monjes en los que el trabajo y la oración es la meta. Nuestro joven amigo pronto se destacó por sus fuerzas y su claridad para manifestar las verdades de Dios, de tal modo que que el Papa lo envió a estas nuevas tierras, que forman lo que hoy es Alemania.

Este joven sacerdote, Bonifacio, tenía la piel bronceada de tanto andar por aquellos caminos. Tenía un par de ojos vivaces y de él desbordaba la alegría de los que llevan a Dios en el corazón. Para Bonifacio era muy fácil hacer amigos, pero a la vez él marcaba la diferencia cuando veía el error y el mal, y con gran autoridad mostraba cómo llevar una vida limpia y santa. Así pronto fue nombrado Obispo de aquel lugar. Nuestro héroe enfrentaba con su gran carácter a los falsos sacerdotes, al paganismo y la herejía que había en aquel tiempo, porque él no temía, y se imponía con su valentía mostrando la fuerza de Dios que lo acompañaba siempre.

Bonifacio se enteró un día, en medio del desolado y crudo invierno de aquella región, que cerca del pueblo de Geismar se iba realizar un sacrificio humano al dios del trueno, Thor, que allí era adorado. Este sacrificio se iba a ejecutar en la base de un árbol al que los habitantes de aquel lugar consideraban sagrado. Lo llamaban el Roble del Trueno. Sin perder el tiempo, Bonifacio y sus amigos se pusieron en camino hacia aquella villa a fin de detener el sacrificio. Sin importar el frio y la nieve que caía copiosamente, y siendo ya víspera de la Navidad, llegaron a aquel paraje. Allí, no sólo San Bonifacio evitó el sacrificio, sino que en presencia de los paganos derribó el árbol, sin que, como se creía, Thor lo matara con sus rayos.

Nos cuenta esta maravillosa historia que con su báculo de Obispo, él se acercó a los paganos que se habían reunido junto al Roble del Trueno, y les dijo: “Aquí está el roble del trueno, y aquí la Cruz de Cristo, que romperá el martillo del dios falso, Thor». En ese momento el sacerdote pagano levantó un gran martillo para ejecutar al pequeño niño que iba ser dado en sacrificio, pero San Bonifacio extendió su báculo de madera que bloqueó el golpe, rompiendo el gran martillo de piedra y salvando la vida del niño. Algo imposible Dios lo había hecho posible a los ojos de todo aquel pueblo, que asombrados presenciaron aquel milagro.

Luego, Bonifacio con fuerte voz, dijo: “Mirad amados hermanos, ¡escuchen hijos del bosque! La sangre no fluirá esta noche, salvo la que la piedad ha dibujado del pecho de una madre. Porque esta es la noche en que nació Cristo, el Hijo del Altísimo, el Salvador de la humanidad. Él es más justo que Baldur el hermoso, más grande que Odín el sabio, más gentil que Freya el bueno. Desde Su Venida el sacrificio ha terminado. La oscuridad, Thor, a quien han llamado en vano, es la muerte. En lo profundo de las sombras de Niffelheim él se ha perdido para siempre. Así es que ahora en esta noche ustedes empezarán a vivir. Este árbol sangriento ya nunca más oscurecerá su tierra. En el Nombre de Dios, voy a destruirlo”.

En ese momento, Bonifacio tomó un hacha para cortar el roble y en cuanto la elevó, una fuerte ráfaga movió todo el bosque que se encontraba en gran quietud ante la gran nieve que lo cubría, derribando sólo aquel roble gigantesco de raíz y partiéndolo en miles de pedazos. Todo el pueblo estaba asustado y también maravillado, y entonces, mirando un pequeño y hermoso abeto cercano, Bonifacion agregó: “Este pequeño árbol, este pequeño hijo del bosque, será su árbol santo esta noche. Esta es la madera de la paz…es el signo de una vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes. Miren como las puntas están dirigidas hacia el cielo. Hay que llamarlo el árbol del Niño Jesús. Reúnanse en torno a él, no en el bosque salvaje, sino en sus hogares. Allí habrá refugio y no habrá actos sangrientos, sino regalos amorosos y ritos de bondad”.

Con la madera del gran roble caído nuestro amigo construyó una hermosa Capilla, y el pequeño abeto fue adornado con velas que representan a Jesús, que viene a quitar con Su Luz toda oscuridad. También los abetos del Niño Jesús se adornaban con manzanas, que representaban las tentaciones del hombre, que se entregaban a Dios para que las quitara y las vistiera de Su Gracia. Era hermoso caminar por aquellas nevadas regiones y ver cubiertos a los abetos de manzanas y velas. Mas tarde se le agregaron los pancitos, que recuerdan al Pequeño Jesús, Pan de Vida, y con el tiempo otros adornos como corazones, Ángeles y dulces que embellecen el Árbol representando todo lo bueno que en agradecimiento se le entrega a Jesús en esta época del año.

Pero lo más hermoso del Árbol es sin dudas el símbolo de la estrella que corona la punta: representa la Fe, que debe guiar nuestra vida, nuestra familia.

Esta es la Verdadera Historia del Primer Árbol de Navidad, gracias a nuestro gran amigo San Bonifacio, que lo llamó el Árbol del Niño Jesús, y es por eso que los invitamos a hacer el Árbol del Niño Jesús conociendo cuánta bendición y belleza hay en su presencia y significado.

¡Hagamos nuestro Árbol
vistiéndolo de alegría,
oración y amor
porque llega
el NIÑO DIOS!

Bendición del
Árbol de Navidad

¡Gloria a Dios en las Alturas y en la tierra paz a los hombres!
Oh Omnipotente Padre Nuestro que nos regalas este Adviento, te pedimos como pequeños que este árbol sea bendecido por Ti, Nuestro Padre Santísimo.
Que muestre en sus ramas la eterna esperanza de quien a Dios ama.
Que cada luz sea encendida como reflejo de Tu Luz Divina.
Y que la estrella sea puesta por la Virgen Santísima como Dulce Guía que nos conduce al Mesías.
Amén.

HISTORIA DE Papá Noel

¡Sí existe Papá Noel!

Los que me conocen saben lo devota que soy de este Santo, que no es otro que San Nicolás de Bari, cuya fiesta se celebra en pocos días, el 6 de Diciembre. Como todo santo, sé que San Nicolás, bien lejos de la confusión del mundo actual, es un “discípulo de Jesús”, por eso él no viene a ocupar Su lugar sino que a través del signo del amor nos lleva a Él.

Los invito a hacernos pequeños y a escuchar esta historia santa: “La historia de San Nicolás”

Nicolás nació cerca del año 280, en Patara de Licia, en Asia Menor, hoy Turquía. Pertenecía a una familia adinerada y desde pequeño fue piadoso y generoso. Sus padres eran fervorosos cristianos, que murieron ayudando a los más necesitados en una epidemia de peste que azotó la región. Quedándose huérfano a la edad de 19 años y a cargo de una gran fortuna, donó sus bienes a los pobres; y se hizo sacerdote, yéndose a vivir a Myra. Según la tradición en esa ciudad, obispos y sacerdotes se encontraban discutiendo sobre quién sería el elegido como nuevo obispo, como no podían decidirse, quisieron dejárselo a Dios, y acordaron que el próximo sacerdote que entrara a la Iglesia sería el elegido, en ese preciso momento entró San Nicolás, por lo que fue nombrado como nuevo obispo del lugar.

Durante Su apostolado Nicolás luchó contra la herejía y participó del Concilio de Nicea.

San Nicolás era un hombre encantador, dulce y bondadoso, pero también de gran vigor, un gran defensor de la justicia; durante las persecuciones contra los cristianos fue preso por defender su fe, torturado y quemada hasta su barba, pero al venir el Emperador Constantino fue liberado.

Son muchas las historias que se cuentan de él pero una de las más famosas y que dio origen a la tradición es que en cierta oportunidad, nuestro Obispo se enteró que tres hermanas no podían casarse porque su padre era muy pobre y no podía darles la dote que se acostumbraba entregar para el matrimonio.

Entonces San Nicolás para que no supieran de su generosidad, subió al techo durante la noche y tiró por la chimenea monedas de oro a fin de que tuvieran la dote necesaria, como hacía frío estaban colgadas en la chimenea unas medias de lana para que se secaran y las monedas cayeron curiosamente dentro de ellas. De allí que hoy en día se depositan los regalos dentro de las medias.

Se conocen otros milagros hechos por nuestro Santo como la resurrección de unos niños que habían muerto al caer de un árbol y la de otros tres que habían sido asesinados y tirados en un barril lleno de sal, que recuperaron también milagrosamente su vida.

También se cuenta que en cierta ocasión, estando unos marineros en alta mar, fueron sorprendidos por una gran tormenta, próximos a hundirse comenzaron a pedir la ayuda de su Obispo Nicolás, cuando lo vieron aparecer sobre las aguas y calmar la tormenta.

Su presencia es fuerte hasta nuestros días, se conoce que en la Segunda Guerra Mundial, durante un bombardeo en la ciudad de Bari, un niño fue separado de su madre en medio de la confusión, apareciendo luego en la puerta de su casa sano y salvo. El niño contó que un hombre igual al Santo lo protegió, cuidó y llevó de vuelta hasta su casa.

Después de su muerte el 6 de diciembre de entre 345 o 352, aumentaron el reporte de milagros y se convirtió en el patrono de los niños y marineros. Tras la invasión musulmana de Turquía sus restos, que están incorruptos fueron llevados en secreto a Bari, Italia, donde los gracias se acrecentaron. Su cuerpo exuda un aceite llamado Manna de S. Nicola, que ha realizado muchas curaciones hasta la actualidad. Es patrono también de muchas ciudades y en Rusia es el Santo que más Iglesias tiene luego de la Sma. Virgen María.

Se sabe que cuando ya era muy anciano no paraba de caminar evangelizando y ayudando, y que para la Navidad repartía regalos entre los niños ya que quería que gustasen de la alegría del verdadero regalo de esa Fiesta, el nacimiento de Jesús que vino a darnos Su vida y la vida eterna a todos los hombres.

Oración a
San Nicolás de Bari

¡Querido San Nicolás, hoy te pedimos
que nos regales un corazón de niño
y que podamos ofrecer nuestra vida
en alegría y servicio,
para anunciar a Cristo que ha nacido!
Haznos pequeños como los pastorcitos
que contemplaron a Jesús Niño.
Amén.

Novena de Navidad

Junto a la Estrella de Belén, caminemos buscando a Jesús, Nuestro
Rey. Que en este sendero vivamos SU Reino, para hacernos tan
pequeños que sólo Él viva dentro nuestro, para guiarnos e
iluminarnos pues en Su Corazón habitamos.
¡Feliz Navidad!

16 de Diciembre

Lectura del día:
Isaías 7, 11-15

La Mujer, la elegida,
María, en Ella se cumplen
todas las profecías.
Llena mi vida de Oración para
servir a Dios como lo hiciste vos.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

17 de Diciembre

Lectura del día:
Isaías 35, 1-10
¡Oh, Reino del Amor que nos
promete el Señor!
Alabaré Tu grandeza
y Tu bondad pues
cumpliéndose todo está.
Haz, Omnipotente Voz,
que de Tu mano podamos
alcanzar la senda de la santidad,
para así en la Nueva Jerusalén
de Tu presencia gozar.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

18 de Diciembre

Lectura del día:
Lucas 1, 26-38

¡Oh Dulce y Santísima Esclava,
que podamos decir como vos,
siempre sí a nuestro Dios!
Oh Bienaventurada María,
guía nuestras vidas
para que tengamos la alegría
de gozar algún día
de la Patria Celestial y junto a Ti
estar y a Dios alabar.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

19 de Diciembre

Lectura del día:
Lucas 1, 39-58

¡Oh Misericordioso y Amoroso Dios,
Fuente misma del Amor!
Enséñanos a tener la obediencia
y fidelidad de María,
para alcanzar por los oscuros
caminos de la vida
nuestra santidad,
imitando a nuestra Madre Celestial
cada vez más.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

20 de Diciembre

Lectura del día:
Isaías 9, 1-6

¡Alegraos, alegraos! porque llega el Señor Jesús, el Siempre Santo, para liberarnos.
¡Oh Dulcísimo y Pequeño Jesús!, prepara nuestro corazón para ser una cuna de amor para Ti, nuestro Único Dios, guiadnos y llevadnos siempre en Tus pequeñas manos para así formar pare de Tu rebaño.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

21 de Diciembre

Lectura del día:
Laudes-Cántico Evangélico-Ant.

«No temáis, dentro de cinco días
vendrá a vosotros el Señor,
Nuestro Dios.
Oremos, hermanos, a Nuestro Señor Jesucristo, que en Su Misericordia nos
visita, y digámosle con insistencia:
Ven, Señor Jesús».

¡Gloria al Señor nuestro Dios!, pues su promesa cumplió y al Divino Niño nos envió como Prenda Suprema de Su amor.
Preparemos en silencio y humildad la Nueva Navidad en nuestro corazón para renacer en el Niño Dios.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

22 de Diciembre

Lectura del día:
Isaías 2, 1-7
¡Vamos todos a Belén junto a
los pastores y a María también!
Montada en un burrito
va la Madre de Dios y con mucha
esperanza y amor lleva por el frío
mundo, en Su Seno, al Salvador.
Y es aquella Virgen Santísima,
casi una niña, la que nos
enseñaría a andar por el camino
de la pequeñez junto a Jesús,
nuestro Rey.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

23 de Diciembre

Lectura del día:
Lucas 2, 8-20

¡Dichosos pastores de Belén,
elegidos del Señor, que el Ángel os
anunció la llegada del Redentor!
Te pedimos Señor que nos des un
corazón de niño para ser como los
pastorcitos, que cuidaron y agasajaron
al Niño. Danos su fe y amor para
adorar al Salvador.
Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

24 de Diciembre

Lectura del día:
Lucas 2, 1-7

¡Cantemos todos al Señor junto a
Ángeles y Santos, pues ha llegado El Santo de los Santos!
Alabad hombres de la tierra, pues en la tierra que perece desierta floreció de la Flor más hermosa, de María, el Emmanuel, el Dios con nosotros.
Junto a la Purísima Madre, en sus
brazos descansa el Niño Dios, el Amor.
Vivamos para alabarlo y para a Él
entregarnos, pues Él vino a
consolarnos y a llevarnos al Cielo
anhelado.

Rezamos:
3 Ave Marías,
1 Padre Nuestro y 1 Gloria.

BENDICIÓN DE LA
Mesa de Navidad

Te pedimos oh Padre de Bondad! que bendigas esta mesa, para que nuestra alma se vista de fiesta
pues nos ha nacido el Mesías, el Dios de la Vida.
Te pedimos en esta Noche Santa
que a través de tu Santo Espíritu
se convierta nuestra oración en oblación perfecta
por los que tienen soledad, por los que no tienen paz,
por los que padecen enfermedad, por los que les falta el pan, por los que no saben amar, por los que no Te saben buscar. Que la alegría de gozar de Tu Compañía se transforme
en vino de Vida, y que se convierta cada familia
en una iglesia viva.
¡Oh Padre Amoroso que sepamos ser hijos agradecidos pues Tú nos regalas al Rey Niño!.
Amén

ORACIÓN AL
Niñito Jesús

Oh precioso Niño Dios signo de amor y perdón te pido que renueves mis fuerzas porque Tú sabes cuánto mi cruz me cuesta que sanes mi alma y mi cuerpo
a través de Tu tierna y pura Mirada.
Tú que conoces mis cargas
te pido que las recibas en Tu Corazón para que me liberes de toda aflicción
y sea todo tuyo, oh mi Niño Dios, mi Salvador.
Jesús mío, en Tí confío Jesús mío, sé mi alivio Jesús mío, sólo en Tí confío.
Amén

CANASTA DE Santos

¡Qué la paz del Niño Dios inunde nuestro corazón!
Queremos proponerles para la Noche del 31 de Diciembre en la que la dicha de la Navidad, nos permite transitar junto al Pequeño Jesús un año más, que le pidamos a Él nos confíe un Santo amigo para que nos guíe y acompañe como padrino durante este Año Nuevo.

Está tradición es muy simple de realizar: ponemos en una canasta papelitos con muchos nombres de Santos, y le rogamos a Nuestra Madre, la Virgen María, que Ella elija, sacamos uno de los papelitos, que nos mostrará el nombre de nuestro Santo y él o ella serán nuestros consejeros este año.

Para escucharlos deberemos conocerlos, así que a buscar sus historias y a llamarlos a través de la oración.

¡Les aseguro que Ellos los sorprenderán!
Les deseamos un Santo y feliz Año…