Semana Santa para niños

Adán y Eva

Hace mucho pero mucho tiempo, Papá Dios que es re grande y requete, requete bueno, creó todas las cosas. Las hizo perfectas y hermosas. Hizo también al primer hombre, que se llamó Adán y a la primera mujer, que se llamó Eva, quienes junto a todas las cosas bellas que había creado, vivían felices en el Paraíso como buenos hijos de Dios. Pero…
¿qué pasó?

El diablo, que no quiere vernos contentos ni a nosotros ni a Dios, se metió en la serpiente, que era uno de los animales que vivían en el inmenso Jardín que es el Cielo; y le dijo a Adán y a Eva si no querían ser más de lo que eran. Ser Superpoderosos como Papá Dios. Pero para eso debían desobedecerle, haciendo cosas que Dios no quería porque eran malas. Y así, así.desconfiaron del amor del pobre Papá Dios, dudaron que lo que Dios decía era lo verdadero y bueno.

Se dejaron ganar por la soberbia y pecaron. Hicieron cosas malas, prohibidas por Dios.
Cuando las hicieron, se avergonzaron. Y cuando oyeron la Voz de Dios que paseando por el Paraíso los llamaba, se escondieron.

Papá Dios que todo sabe y ve, enseguida los encontró y les preguntó:- «¿Por qué se esconden ahora y antes no?». Ellos contestaron que habían desobedecido y que se escondían porque habían hecho lo que El les había prohibido, habían violado la ley que Dios con mucho amor les había dado y enseñado. Dios, como buen Papá, se entristeció y al verlos, los encontró distintos, sus corazones estaban manchados, habían perdido la alegría y la Luz del Señor.

Entonces nuestro Papá del Cielo, para que pudieran aprender, cambiar y volver a encontrar la felicidad sabiendo que lo mejor es obedecerle, los retó y les dijo que no podían quedarse más en Su Casa. Que tenían que aprender a luchar, para buscar la felicidad que a Su lado habían perdido al hacer lo malo. Los echó entonces a este mundo para que aprendieran que solo con El se es siempre pero siempre feliz. Nunca llorás, siempre jugás, cantás y encontrás la paz, porque Dios te da todo, todo por amor.

Pero Dios no quiso que los hombres se sintieran tristes y abandonados, y desde ese momento les prometió enviarles un Salvador; Alguien que les enseñara a vivir como buenos hijos de Dios y que los condujera por el camino de la libertad hacia Su Casa de nuevo, que es el Cielo. Así empezó una historia de idas y de vueltas en el que Dios mandó a emisarios, los Profetas, hombres buenos que lo querían, para que enseñaran a todos cómo Dios siempre ayuda y cuida a sus hijos. Y para que prepararan la llegada del Mesías, el Hijo de Dios, que por amor iba a hacer la Súper Misión de Dios.

Así fue como llegó un tiempo, el tiempo de los tiempos…en el que una nena buenísima había nacido, se llamaba María. Ella solo quería hacer el bien y nunca poner triste a Dios. Siempre se reía porque en Su corazón abrazaba a Papá Dios. Como no hacía el mal, no pecaba, y Papá Dios re contento estaba.

Diosito miraba a María y sonreía, El tenía un plan muuuuy especial, que le quería contar, entonces mandó un ángel para proponérselo. Ustedes saben que los ángeles son mensajeros de Dios.
Y como este era un mensaje tan importante, Papá Dios llamó a uno de sus ángeles jefes, el Arcángel Gabriel, que fue ante el Trono de Dios.

Les cuento que Papá Dios es un Rey, nosotros somos hijos de un Rey, el Rey de los cielos y la tierra. Entonces el Angel Gabriel le dijo a Dios con una reverencia: – «Papá Dios, Tatita Dios, ilisto para servirlo!». Los ángeles son muy, muy serviciales, y cuando Papá Dios los llama, hay aleteos y aletazos porque se ponen súper emocionados. Algunos hasta hacen piruetas como si fueran tirabuzones.

Papá Dios le sonrió, corrió una nube del Cielo, y le mostró un pueblito chiquito, chiquito: Nazareth. Y en una pobre casa toda iluminada, una hermosa chica. Era María, y era tan preciosa! Gabrielito que también veía Su Corazón, pensaba que María era como la Rosa más pura que jamás haya visto. iSu Corazón era único, era todo blanco, Inmaculado!