Santa Teresa de Lisieux

¿Quién es Santa Teresa de Lisieux?

Nuestra querida Santa Teresita nació como María Francisca Teresa Martin el 2 de enero de 1873, en Alenzón, Francia. Hija de Luis Martin y Cecilia Guerin, fue la última de ocho hermanos, de los cuales solo cuatro sobrevivieron, María, Paulina, Leonia y Celina.

Patrona de las misiones, Doctora de la Iglesia y Patrona de Francia (conjuntamente con Santa Juana de Arco), Santa Teresita supo humillarse a sí misma y se convirtió en la flor más humilde del Carmelo. Su vocación era el amor y por eso prometió pasar su cielo haciendo el bien sobre la tierra derramando una lluvia de rosas sobre la misma. Su fiesta se celebra el 1 de octubre.

Todos los que la amamos sabemos que la santidad de Santa Teresita no se basa en fenómenos extraordinarios, sino en «hacer de manera extraordinaria las cosas más ordinarias y corrientes». Para ella el lavar una taza en la cocina era una tarea que, hecha con amor, conducía a la santidad. Si comprendemos de corazón el Amor a Dios que anidaba en su corazón, veremos en cada pequeño acto de nuestra vida una oportunidad para ganarnos El Cielo. Y si no nos ganamos El Cielo, ¿de qué sirve nuestra vida?

Su vida antes del Carmelo

La temprana infancia de Teresita fue muy feliz y alegre, pero se vio turbada por la muerte de su madre cuando Teresa tenía solo 4 años. A partir de ahí se convirtió en una niña sensible y tímida.

Cuando aún era joven Teresita tuvo un sueño en el cual vio a dos diablillos horribles bailando sobre un bidón de cal. De repente los diablillos fijaron su mirada encendida en Teresita y ante la mirada de esta salieron corriendo espantados. Este pequeño sueño quiso Dios que lo recuerde siempre Teresa para hacerle ver que un alma en estado de Gracia no tiene nada que temer de los demonios, que son unos cobardes y huyen ante la mirada pura e inocente de un niño.

También fue en esos primeros años que Teresa decide su vocación religiosa, al escuchar que su hermana Paulina seguramente seria religiosa. Allí también ella decide ser religiosa y nunca más cambio de intención, aunque su vocación de entrar al Carmelo vendría posteriormente.

Tras la muerte de su madre la familia entera se traslada a Lisieux, y Teresita vivirá allí hasta entrar en el Carmelo de la misma ciudad.

Un día, mientras el padre de Teresa se encontraba de viaje, ella se encontraba mirando a través de la ventana cuando recibe una visión profética del Señor. Teresita vio entonces a un hombre vestido exactamente igual que su padre, con la forma de andar de su padre y de la misma estatura, pero mucho más encorvado y con la cabeza cubierta por una especie de delantal. Inmediatamente un sentimiento de pavor sobrenatural invadió el alma de Teresita. Pensando que su padre ya había regresado lo llamó a los gritos, pero el misterioso personaje pareció no oír y continuó su caminata para finalmente desaparecer. Pasarían catorce años para que se desgarre ese velo misterioso y Teresita comprenda el significado de esta visión. En una conversación con otra religiosa del Carmelo, Teresa le revela esta visión y en ese instante comprende que era su padre el que había visto, que se encontraba encorvado por la edad y con el rostro velado al igual que la Faz de Nuestro Señor Jesús se encontraba velada durante Su amarga Pasión. Así también debía estar velada la faz del padre de Teresita en los días de sus sufrimientos. Con esta visión El Señor anticipaba la muerte de su papá Luis a Santa Teresa, pero sin que ella lo comprendiera en ese momento para que no se angustiara tempranamente por la muerte de su tan amado padre, que ocurriría diez años después de esta visión, debido a una enfermedad.

En 1882, Paulina -a quien Santa Teresita había elegido como a una segunda madre- ingresa al Carmelo de Lisieux. Teresa, muy afectada por esto, cayó seriamente enferma a finales de ese mismo año, por una enfermedad que los médicos no podían explicar. Sufría síntomas como malestar general, dolores de cabeza y alucinaciones. A pesar de que los médicos no podían atribuirle ninguna causa a la enfermedad, Santa Teresita sabía que provenía del Demonio, debido a la entrada en el Carmelo de su hermana Paulina y del futuro daño que iban a causarle Teresita y sus hermanas, ya que todas ellas se consagrarían como monjas al servicio del Señor. El 13 de mayo de 1883 -día de pentecostés- Teresita se encontraba recostada en la cama y comenzó a sentirse muy mal. En ese momento se acercaron sus hermanas y al ver que no podían hacer nada se pusieron de rodillas y junto con Teresa empezaron a orarle a una imagen de la Virgen María que se encontraba junto a la cama. En ese instante Teresa vio en la Virgen una sonrisa tan hermosa que caló profundo en su alma, quedando curada de inmediato de su enfermedad.

En 1886 su hermana María ingresó al Carmelo de Lisieux y en las Navidades de ese mismo año Teresita experimenta la gracia de su total conversión, ya que deja la niñez y el hábito de llorar con facilidad. Apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, Él inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Jesús en ese momento hizo de Teresita un pescador de almas, y ella sintió un gran deseo por convertir pecadores y la necesidad de olvidarse de sí misma para servir a los demás.

En esos tiempos ardía en Santa Teresa un deseo ardiente por las almas de los grandes pecadores, quería apartarlos del fuego eterno. Y así fue como Teresa adoptó a su primer hijo espiritual, a la primer alma que salvaría del infierno. Había oído hablar de un gran criminal condenado a muerte por crímenes horribles. Todo apuntaba a que el criminal moriría sin Dios. Sabiendo que por ella misma no podría lograr nada, ofreció a Dios todos los méritos infinitos de Jesucristo y los tesoros de la Santa Iglesia, además de pedirle a su hermana Celina que encargase Misas por sus Intenciones. Teresita estaba convencida de que el condenado Pranzini seria Salvado por Jesucristo en Su infinita misericordia, más allá de que el criminal no se confesase ni mostrase muestra alguna de arrepentimiento. Aun así, le pidió al Señor que le mostrase una señal cualquiera fuera de arrepentimiento por parte de Pranzini. Sus plegarias serian escuchadas al pie de la letra. Al día siguiente de la ejecución de Pranzini, llegó a las manos de Teresita el diario donde leyó las partes que hablaban de la ejecución del condenado. Pranzini no se había confesado y se disponía a meter la cabeza en la guillotina cuando de repente se volvió al crucifijo que le presentaba el sacerdote y besó tres veces las llagas de Jesús Crucificado. A partir de esta experiencia el deseo de salvar almas de Teresa fue creciendo y creciendo, porque se sentía como la samaritana a la cual Jesús le decía “Dame de beber”.

Deseos de entrar en el Carmelo

A los catorce años de edad Santa Teresa se decide por entrar en el Carmelo de Lisiuex y entregar su vida a Dios. A partir de aquí empiezan varias pruebas que ella recibirá antes de entrar en el Carmelo, pero su verdadera vocación y amor al Señor se antepuso a las adversidades y obstáculos que se le presentaron.

En un principio lo compartió con su hermana Celina, la cual lejos de disuadir a Teresa la alentó y acompañó. Luego fue el turno de contarle a su Padre los deseos de ingresar al Carmelo. A teresita le costaba pedirle a su padre que la dejara partir al Carmelo porque él ya había entregado tres hijas a Dios, y por ello esperó hasta el día de Pentecostés y le pidió ayuda a todos los santos del Cielo que la asistieran. Y así fue como por la tarde, mientras su padre descansaba en el aljibe, teresita ya con lágrimas en los ojos se acercó y le pidió su consentimiento para entrar en el Carmelo. Lejos de negarle la entrada, él la aceptó, sólo haciéndole notar que era muy joven aun.

Cuando le fue a comunicar a su tío, este le comunicó su negativa alegando que era muy joven y que no le hablara del asunto hasta que tuviera la edad de diecisiete años. Tal fue su negativa que hasta llegó a decir que para dejarla partir al Carmelo haría falta un Milagro. Teresita sin bajar los brazos le pidió al Señor por el milagro y lo consiguió. Luego de tres días de dura prueba que se sintieron como un desierto, Teresita volvió a la casa de su tío y este le permitió partir al Carmelo.

Luego, intentando conseguir el permiso del padre Delatroëtte -superior del Carmelo de Lisieux- este le comunica que no la dejaría entrar hasta los veintiún años, porque no había peligro en esperar y mientras tanto podía hacer vida de carmelita en su casa, pero añadiendo que él era un simple delegado del obispo y que si este estaba de acuerdo él no tendría nada que decir. Siendo así, Teresita junto a su padre fueron con el obispo para que diera su consentimiento, pero nuevamente se topó con una negativa. Pero donde se cierra una puerta El Señor abre una ventana, porque a Santa Teresita le quedaba una última opción, llevar su petición ¡al mismo Papa!

Viaje a Roma

Para ir a Roma, Teresita se sumó junto a su padre y hermana a una peregrinación que partía para ir a celebrar los 50 años de sacerdocio del Papa León XIII.

La peregrinación partía de Paris, y allí Teresita visitó la imagen de Nuestra Señora de las Victorias, la cual le hizo sentir que había sido ella quien le había sonreído y curado de su extraña enfermedad. Comprendió Teresita que la Virgen María velaba por su seguridad y a partir de ahí la empezó a llamar “Mamá”, porque le parecía mucho más tierno que el solemne nombre de “Madre”.

La peregrinación pasó por Suiza y luego por varias ciudades italianas -Milán, Venecia, Bolonia, Loreto- para finalmente llegar a Roma, ciudad en la que Santa Teresita visitó el Coliseo, la arena en la que tantos mártires habían derramado su sangre por Jesucristo. Allí pidió morir mártir por Jesús y sintió en lo profundo de su corazón que su oración había sido escuchada y por ello tomó un poco de tierra del lugar. También visitó las catacumbas romanas, donde pasó por el sepulcro de Santa Cecilia donde también recogió un poco de tierra. A partir de ello Teresita empezó a sentir con esta Santa una relación de amistad.

Audiencia con el Papa León XIII

Al séptimo día Teresita -junto con su familia- concurrió al vaticano, lugar en el que luego de una Misa y otra en acción de gracias tuvieron una audiencia con León XIII. El Papa estaba sentado y recibía a los peregrinos uno a uno, los cuales al acercarse debían besar el pie y la mano del Sumo Pontífice, para luego recibir su bendición, no pudiéndole hablar en ningún momento.

Cuando llega el turno de Teresita ella se acerca y le pide ayuda al Papa para ingresar al Carmelo, pese a su corta edad. El Papa le pide que obedezca a sus superiores, pero ella insiste, y él dice entonces que ingresará al Carmelo si Dios así lo quiere.

“Bueno, hija mía, haz lo que te digan los superiores.”, después “Vamos… Vamos… ¡Si Dios quiere, entrarás!“

Luego de aquel intercambio de palabras Teresita fue apartada por los guardias. Lamentablemente la respuesta del Papa no fue decisiva, aunque aun así a partir de allí se abrieron nuevas oportunidades.

Ingreso al Carmelo

El primero de enero de 1888 Teresita recibe una carta comunicándole que aceptaban su entrada en el Carmelo, pero que debía esperar tres meses más. Estos meses fueron de gran prueba para Teresa y la ayudaron a crecer especialmente en la virtud del abandono.

Finalmente el 9 de abril de 1888, a sus 15 años de edad, Teresita ingresa en el monasterio de las carmelitas descalzas de Lisieux y comienza su postulantado. En lo inmediato se encargará de la lavandería, de barrer las escaleras y el dormitorio. El 10 de enero de 1889 hace su toma de hábitos, en la cual participa su padre que ya se encontraba muy frágil de salud.

El 8 de septiembre de 1890 hizo su profesión religiosa, en la cual tomó por nombre el de Sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, y el 24 de septiembre se celebra la ceremonia donde toma el velo negro de profesa. En el interrogatorio previo a su profesión de votos declararía “He venido para salvar almas, y, sobre todo, para orar por los sacerdotes”.

Sueño sobre la Venerable Ana de Jesús

Una madrugada Teresita se encontraba -en sueños- en una galería donde vio entrar tres carmelitas vestidas, todas con grandes velos. Teresita entendió que venían del Cielo y desde su corazón sintió un profundo anhelo por verles el rostro. Tal fue su anhelo que una de ellas se quitó el velo y dejó ver su rostro. Era la Venerable Ana de Jesús, fundadora del Carmelo en Francia. Teresita le preguntó a la Venerable si Dios vendría pronto a buscarla, y Ana le respondió que prontamente. Luego le consultó si Dios estaba contento con ella, si le pedía algo más que sus pobres acciones o deseos, a lo que la Venerable Ana de Jesús le respondió con mucha ternura “Dios no te pide ninguna otra cosa. Está contento, ¡Muy contento…!” para luego acariciar a Teresita y alejarse, terminando con su sueño.

Vocación

Santa Teresita escribió que no le bastaba con las tres vocaciones por su estado (carmelita, esposa y madre), sino que anhelaba más. Anhelaba ser guerrero, sacerdote, apóstol, doctor, mártir. Todos estos deseos la hacían sufrir debido a que no podría realizarlos a todos, pero buscando su alivio lo encontró en los capítulos 12 y 13 de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios. Particularmente cuando el apóstol describía que no todos los miembros de la Iglesia pueden aspirar a ser apóstoles, profetas o doctores, porque la Iglesia es un cuerpo y el oído no puede ser mano al mismo tiempo, y también, cuando explica que los mejores carismas no son nada sin el Amor y que el camino de la caridad lleva a Dios con total seguridad. Allí Teresita comprendió su vocación, el AMOR, ¡y así su puesto estaría en el corazón de la Iglesia!

Caminito de infancia espiritual

Al ver las hazañas alcanzadas por los Santos, Teresita siempre deseó poder imitarlos y convertirse en una gran Santa, pero al compararse con ellos encontraba una gran diferencia, como el de una montaña y un grano. No dejándose desanimar por ello y entendiendo que Dios no puede inspirar deseos irrealizables, comprendió que a pesar de su pequeñez ella podía aspirar al Cielo también, y visto que agrandarse se le volvía imposible, tendría que encontrar un caminito pequeño y corto, un ascensor al Cielo. Encontrándose demasiado pequeña para subir la escalera de la perfección, Teresita buscó en las Sagradas escrituras inspiración y la encontró en el segmento que dice “El que sea pequeñito, que venga a Mí”. El ascensor que la elevaría al Cielo eran los brazos de Jesús, por los cuales se entra siendo humilde y pequeñito.

Así transcurrirá Santa Teresita el resto de su vida en el Carmelo, empequeñeciéndose a través de simples actos de amor, sacrificio y virtud. Para citar algunos ejemplos, una hermana hacía un ruido al rezar que a Teresita le molestaba enormemente, pero en lugar de hacer sufrir a su hermana haciéndole notar su molestia, trataba de amar aquel ruidito, convirtiendo un ruido molesto en un concierto maravilloso a Jesús. Otro ejemplo era cuando en la lavandería, una hermana al lavar los pañuelos sucios le salpicaba en la cara agua sucia. Teresita en vez de apartarse y limpiarse la cara en señal de desagrado aprovechó esta oportunidad para dar muerte a sí misma, y se esforzó por recibir la mayor cantidad de agua posible, recibiendo así un gran tesoro.

El caminito de infancia espiritual consiste en empequeñecerse haciendo sencillos actos de virtud con mucho amor, teniendo siempre confianza absoluta en Dios y abandonándose completamente en Él para así alcanzar la santidad a través de estos pequeños actos. Dios no se fija en la grandeza de las obras, sino en el amor con el que son realizadas.

Durante mucho tiempo Teresita se preguntaba por qué Dios no derramaba Sus Gracias por igual a todas las almas. Jesús le reveló este misterio en la naturaleza misma, mostrándole como un jardín está compuesto por flores de distinto tipo, color, forma y perfumes, y que si todas las flores fueran rosas, el jardín perdería su gala primaveral. Esto mismo sucedía con las almas, que eran el jardín de Jesús. Él ha creado grandes santos comparables con rosas, pero así mismo creó a otros pequeños, comparables con margaritas. Dios al mirar no sólo a las almas sublimes sino también a las pequeñas almas de su jardín, muestra su grandeza, ya que también está dispuesto a abajarse y descender a los corazones de los pequeños y llenarlos de Su Gracia infinita.

«Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas»

En la madrugada del Viernes Santo de 1896 Teresita escupe sangre, percibiéndolo como un tenue y lejano murmullo que le anunciaba la llegada del Esposo. Este será el primer signo de tuberculosis, enfermedad que ataca los pulmones y por la que fallecerá al año siguiente. Al día siguiente Santa Teresita empezaría a padecer su martirio espiritual, el que también -junto con su martirio físico (enfermedad de tuberculosis)- la acompañará hasta el día de su muerte. Teresita, quien por entonces gozaba de una fe tan viva y tan clara que no le cabía en la cabeza que hubiese incrédulos que no tuviesen fe, vio su alma inundada por las más oscuras y profundas tinieblas. El pensamiento del Cielo, que siempre había sido muy dulce para ella, pasó a ser motivo de combate y tormento.

Teresa tenía un ardiente deseo misionero, y habiendo ingresado al Carmelo para salvar almas, le hubiera gustado partir para el Carmelo de Hanoi en Vietnam. Pero, debido a la gravedad de su enfermedad, eso no fue posible. A falta de serlo ella misma, se le confiarían dos hermanos misioneros: el padre Bellière y el padre Roulland.

A pesar de su enfermedad, Teresita prosiguió con sus oficios y trabajos hasta que por la gravedad de la misma estos le fueron suspendidos. El 8 de julio de 1897 ingresa en la enfermería del Carmelo, de la que nunca más volvería a salir. Finalmente, en la noche del 30 de septiembre muere a sus 24 años de edad.

Beatificación y canonización

Por más que en vida Teresita destacó por sus pequeños actos de amor, humildad y abandono, después de su muerte, destacó por los grandes milagros obrados por su intercesión. Tan es así que el 29 de abril de 1923 Santa teresita de Lisieux es beatificada por el papa Pio XI. Días antes sus restos son exhumados por tercera vez y trasladados al Carmelo donde se construyó una capilla en su honor. Finalmente es canonizada el 19 de marzo de 1925 por Pio XI, en presencia de 23 cardenales, 250 obispos y 50.000 fieles.

La pronta devoción popular congregada alrededor de Teresita se debe en parte a su legado espiritual tanto a través de su “Caminito” de la infancia espiritual, como a sus escritos autobiográficos, compilados en su autobiografía “Historia de un alma”, junto a otros trabajos escritos, como poemas varios. Pero también se debe a la enorme cantidad de milagros obrados a través de su intercesión, entre ellos conversiones y curaciones milagrosas de todo tipo. El papa Pio XI la consideró como la “estrella de su pontificado”.

Los dos milagros que fueron seleccionados para la beatificación de Teresita son, la curación de sor Luisa Saint-Germain, aquejada de una úlcera de estómago hemorrágica fatal, y la del padre Carlos Ana, de una forma galopante de neumopatía tuberculosis. Mientras que los dos milagros seleccionados para su canonización fueron, la curación de Sor Gabrielle Trimusi, aquejada de una doble tuberculosis, y el de la señorita Maria Pellemans, enferma de tuberculosis pulmonar y curada en la tumba de Santa Teresita.

Muy importante seria la intervención de Santa Teresita en la primera guerra mundial (1914-1918) en la cual varios soldados franceses acudirían a ella en sus momentos de mayor oscuridad, siendo rescatados por ella milagrosamente. Varios de estos milagros se recompilaron en el Carmelo de Lisieux.

Un soldado cuenta que cuando se encontraba gravemente herido tendido sobre el campo de batalla exclamó “Oh mi hermana Teresa, ven”, y en ese instante Teresita se le aparece con un crucifijo, levantándolo y animándolo. El soldado entonces corre a un puesto de socorro y es curado. Otro ejemplo es el del arcipreste del municipio Béthune, quien una tarde de 1917 -tras celebrar mas temprano una Misa para la beatificación de Teresita- se encontraba en la iglesia la cual es bombardeada. El sacerdote invoca a Teresita, la cual se le aparece y con un gesto le indica que se retire de ahí. De no haber seguido ese consejo habría sido enterrado en los escombros. En otro caso, Teresita se le aparece a un soldado -el cual le era muy devoto- y le recuerda que no recibió el sacramento de la confirmación diciéndole “Soldado, es bueno comulgar con frecuencia; pero os falta un gran tesoro; no has recibido el Sacramento de la Confirmación, por lo que no eres un cristiano perfecto”. El soldado animado, por esta aparición, corre y le cuenta a un obispo que se encuentra en el camino este suceso, siendo confirmado en la fe al día siguiente. También se le aparecería Teresita a un soldado al cual instó a tomar su primera comunión, siendo realizada por este soldado con un gran fervor al día siguiente bajo el fuego enemigo. Muchos soldados serian salvados por Teresita en situaciones de riesgo, los cuales verían balas dirigidas a sus corazones desviadas por la medallita de esta gran Santa.

El 28 de noviembre del 2018 llega a nosotros de manos de una misionera una reliquia de primer grado de Santa Teresita de lisieux al Santuario de Nuestra Señora del Cielo, siendo donada por una amiga de la misionera, la cual la entrega en acción de gracias a Nuestra Señora por la salud de sus hijas. De este modo, Santa Teresita vino a nuestra casa para darnos su caminito de santidad, le perfección en lo pequeño.

¡Bendita seas, nuestra querida Teresita!