Historia del Huevo de Pascua

La tradición oral que después de algunos años se convirtió en una tradición escrita, nos cuenta que para San Agustín el huevo representaba la Resurrección de Cristo. Para él, partir un huevo de Pascua simbolizaba el momento en el que la enorme piedra que cubría el Santo Sepulcro se retiraba milagrosamente para que Jesucristo emergiera victorioso sobre la muerte.
Los sacerdotes suelen bendecir los huevos y distribuirlos en las Iglesias; las personas los intercambian como regalos; y los niños juegan a encontrarlos en canastas en sus jardines y casas. Es muy dificil imaginarse una Pascua sin huevos.

¿Pero cuál es su significado?

Como fuente de una nueva vida, el huevo posee un simbolismo de creación, primavera y fertilidad en muchas culturas y religiones, mucho antes de la Era Cristiana.

Los persas intercambiaban huevos durante el equinoccio de primavera.

Los romanos se daban entre sí huevos pintados de rojo como obsequio para el año nuevo; y hoy en día, el huevo es una de las comidas simbólicas del menú de la Pascua judía, que celebra la nueva vida del pueblo de Israel cuando en aquel entonces fue rescatado de su esclavitud en Egipto.

El Cristianismo ha heredado esta tradición tan rica, natural y simbólica. Sin embargo, nuestra Pascua Cristiana, le añade un nuevo significado al simbolismo del huevo: así como el cascarón de un huevo se quiebra para que la nueva vida pueda surgir, así mismo el Sepulcro de roca de Jesucristo se resquebraja cuando resucita de entre los muertos al tercer día.

Las culturas antiguas veían al huevo como símbolo del renacimiento de la naturaleza; sin embargo los cristianos percibimos al huevo como símbolo del renacimiento de la raza humana.