Devocionario de la Divina Misericordia

Tres de la tarde: Hora de la Gracia

Jesús pidió a Sor Faustina y por medio de ella a todo el mundo que se venere Su Pasión y Muerte a las tres de la tarde, hora en que Él murió en la Cruz.

Sus palabras fueron: «A las tres de la tarde implora Mi Misericordia especialmente para los pecadores. Y aunque sea un breve instante, piensa en Mi Pasión, sobre todo en el abandono en el momento de Mi agonía. Es la hora de la Gran Misericordia para todo el mundo…En esa hora no rehusaré nada al alma que me pida algo apelando a Mi Pasión.»

Coronilla o Rosario de la Misericordia

Jesús enseñó a Sor Faustina que primero rezara ésta jaculatoria:
«Oh sangre y agua que brotaron del Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, en ustedes confío.»

«La rezarás con un rosario común del modo siguiente: primero dirás un Padrenuestro, un Avemaría y el Credo. Después en las cuentas del Padrenuestro, dirás las siguientes palabras:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En las cuentas del Avemaría, dirás las siguientes palabras:
Por Su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

«Para terminar dirás las siguientes palabras:»
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.»

Misericordia Divina: Novena de la Misericordia

«Deseo que durante estos nueve días encamines almas hasta el manantial de Mi Misericordia, para que encuentren allí la fortaleza, el refugio y toda aquella Gracia que necesiten en las penalidades de la vida, y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón un grupo de almas diferentes y las sumergirás en el océano de Mi Misericordia y Yo conduciré todas esas almas a la mansión de Mi Padre…Todos los días implorarás a Mi Padre Gracias para esas almas en atención a los méritos de mi amarga Pasión.» del diario de Sor Faustina

La novena a la Divina Misericordia se inicia el Viernes Santo y culmina el Domingo posterior a la Pascua de Resurrección, en que se celebra la Fiesta de la Misericordia Divina, según le pidiera Jesús a Sor Faustina. A través de esta maravillosa novena, Jesús nos pide rezar por toda la humanidad, por todas las almas incluidas las del Purgatorio. En cada día el Señor nos hace pedir por un grupo distinto de almas, hasta cubrir a todas aquellas que necesitan de Su Misericordia. Luego de cada oración culminar con el rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia.

1º Día: Por todo el género humano, en especial los pecadores

Misericordiosísimo Jesús, cuya prerrogativa es tener compasión de nosotros y perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu Piadosísimo Corazón y no permitas que salgamos jamás de él. Te lo pedimos por el amor que te une al Padre y al Espíritu Santo. Padre Eterno, vuelve Tu compasiva mirada hacia todo el género humano y en especial hacia los pecadores, todos unidos en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Por los méritos de Su Pasión, muéstranos Tu Misericordia, para que alabemos la omnipotencia de Tu Misericordia, por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla a la Divina Misericordia ⬆︎

2º Día: Por las almas de los sacerdotes y religiosas

Misericordiosísimo Jesús, de quien procede toda bondad, multiplica Tus Gracias sobre las religiosas consagradas a Tu servicio, para que puedan hacer obras dignas de misericordia; y que todos aquellos que las vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que está en el cielo.
Padre Eterno, vuelve Tu mirada misericordiosa hacia el grupo elegido de Tu viña (hacia las almas de sacerdotes y religiosos); dótalos con la fortaleza de Tus bendiciones. Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están unidos, impárteles Tu poder y Tu luz, para que guíen a otros en el camino de la salvación y con una sola voz canten alabanzas a Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla a la Divina Misericordia ⬆︎

3º Día: Por todas las almas devotas y fieles

Misericordiosísimo Jesús, del tesoro de Tu Misericordia distribuye Tus Gracias a raudales entre todos y cada uno de nosotros. Acógenos en el seno de Tu Compasivísimo Corazón y no permitas que salgamos nunca. Te imploramos esta Gracia en virtud del más excelso de los amores; aquel con el que Tu Corazón arde tan fervorosamente por el Padre Celestial.

Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia las almas fieles, pues que guardan el legado de Tu Hijo. Por los méritos y dolores de Su Pasión, concédeles Tu bendición y tenlos siempre bajo Tu tutela. Que nunca claudiquen su amor o pierdan el tesoro de nuestra santa fe, sino que, con todos los Ángeles y Santos, glorifiquen Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

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4º Día: Por los que no creen y todavía no conocen la divina misericordia

Piadosísimo Jesús, Tú que eres la Luz del género humano, recibe a la morada de Tu Corazón lleno de compasión, las almas de aquellos que todavía no creen en Ti, o que no te conocen. Que los rayos de Tu Gracia los iluminen para que también, unidos a nosotros, ensalcen Tu maravillosa Misericordia, y no los dejes salir de la morada de Tu Corazón desbordante de piedad.

Padre Eterno, vuelve Tu piadosísima mirada a las almas de aquellos que no creen en Tu Hijo y a las de aquellos que todavía no te conocen, pero anidan en el compasivo Corazón de Jesús. Aproxímalos a la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellos ensalcen la generosidad de Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

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5º Día: Por las almas de nuestros hermanos separados

Misericordiosísimo Jesús, que eres la Bondad misma, no niegues la luz a aquellos que te buscan. Recibe en el seno de Tu Corazón desbordante de piedad a las almas de nuestros hermanos separados. Encamínalos, con la ayuda de Tu luz, a la unidad de la Iglesia, y no los dejes marchar del cobijo de Tu Compasivo Corazón, todo amor; haz que también ellos lleguen a glorificar la generosidad de Tu Misericordia.

Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia las almas de nuestros hermanos separados, especialmente hacia las almas de aquellos que han malgastado Tus bendiciones y abusado de Tus Gracias, manteniéndose obstinadamente en el error. También a ellos da cobijo el Corazón Misericordioso de Jesús; no mires sus errores, sino el amor de Tu Hijo y los dolores de la Pasión que sufrió y que aceptó por su bien. Haz que glorifiquen Tu gran Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

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6º Día: Por las almas mansas y humildes y de los niños pequeños

Misericordiosísimo Jesús, que dijiste «Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón.», acoge en Tu Corazón desbordante de piedad a todas las almas mansas y humildes, y de los niños pequeños. Estas almas son la delicia de las legiones celestiales y las preferidas del Padre Eterno, pues se recrea en ellas muy particularmente. Son como un ramillete de florecillas que despidieran su perfume ante el trono de Dios. El mismo Dios se embriaga con su fragancia. Ellas encuentran abrigo en Tu Piadosísimo Corazón, oh Jesús, y entonan incesantemente himnos de amor y gloria. Padre Eterno, vuelve Tu mirada llena de Misericordia hacia estas almas mansas, hacia estas almas humildes y hacia los niños pequeños acurrucados en el seno del Corazón desbordante de piedad de Jesús. Estas almas se asemejan más a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra hasta alcanzar Tu Trono, Señor. Padre de Misericordia y bondad suma, te suplico, por el amor que Te inspiran estas almas y el gozo que Te proporcionan: Bendice a todo el género humano, para que todas las almas a la par entonen las alabanzas que a Tu Misericordia se deben por los siglos de los siglos. Amén.

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7º Día: Por las almas que veneran especialmente la divina misericordia

Misericordiosísimo Jesús, cuyo Corazón es el Amor mismo, recibe en Tu Corazón piadosísimo las almas de aquellos que de una manera especial alaban y honran la grandeza de Tu Misericordia. Son poderosas con el poder de Dios mismo. En el medio de las dificultades y aflicciones siguen adelante, confiadas en Tu Misericordia; y unidas a Ti, oh Jesús, portan sobre sus hombros a todo el género humano; por ello no serán juzgadas con severidad, sino que Tu Misericordia las acogerá cuando llegue el momento de partir de esta vida.

Padre Eterno, vuelve Tu mirada sobre las almas que te alaban y honran Tu Atributo Supremo, Tu Misericordia infinita, guarecidas en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Estas almas viven el Evangelio con sus manos rebosantes de obras de misericordia y su corazón, desbordante de alegría, entona cánticos de alabanza a Ti, Altísimo Señor, exaltando Tu Misericordia. Te lo suplico Señor: muéstrales Tu Misericordia, de acuerdo con la esperanza y confianza en Ti depositada. Que se cumpla en ellos la promesa hecha por Jesús, al expresarles que durante su vida, pero sobre todo a la hora de la muerte, aquellas almas que veneraron Su Infinita Misericordia, serían asistidas por Él, pues ellas son Su Gloria. Amén.

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8º Día: Por las almas que estén en el purgatorio

Misericordiosísimo Jesús, que exclamaste ¡Misericordia!, introduzco ahora en el seno de Tu Corazón desbordante de Misericordia las almas del purgatorio, almas que tanto aprecias pero que, no obstante, han de pagar su culpa. Que el manantial de Sangre y Agua que brotó de Tu Corazón apague las llamas purificadoras para que también allí, el poder de Tu Misericordia, sea glorificado. Padre Eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que padecen en el purgatorio y que Jesús acoge en Su Corazón, desbordante de piedad. Te suplico, por la dolorosa Pasión que sufrió Tu Hijo, y por toda la amargura que anegó su Sacratísima Alma: muéstrate misericordioso con las almas que se hallan bajo Tu justiciera mirada. No los mires de otro modo, sino solo a través de las heridas de Jesús, Tu Hijo bien amado; porque creemos firmemente que Tu bondad y compasión son infinitas. Amén.

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9º Día: Por las almas tibias

Piadosísimo Jesús, que eres la Piedad misma, traigo hoy al seno de Tu Compasivo Corazón a las almas enfermas de tibieza. Que el puro amor que Te inflama encienda en ellas, de nuevo, la llama de Tu amor, y no vuelva el peso muerto de su indiferencia a abrumarte con su carga. ¡Oh, Jesús!, todo compasión, ejerce la omnipotencia de Tu Misericordia y atráelas hacia Ti, que eres llama de amor viva y haz que ardan con santo fervor, porque Tu todo lo puedes. Padre Eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que a pesar de todo, Jesús cobija en el seno de su Corazón lleno de piedad. Padre de Misericordia, te ruego por los sufrimientos que Tu Hijo padeció, y por sus tres largas horas de agonía en la Cruz, que ellas también glorifiquen en el mar sin fondo de Tu Misericordia. Amén.

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